invita a vencer nuestros miedos
recordando que todos fuimos niños y niñas
y que en algún momento necesitamos a Gusyluz junto a nosotros.

Lejos de ser un gesto puramente nostálgico, este regreso conecta con nuevas formas de entender el juego y el descanso. Hoy sabemos que la hora de dormir es un momento emocional clave: una oportunidad para construir seguridad, crear hábitos de sueño, y transmitir calma. Gusyluz, con su luz tenue y su gesto amable, encarna todo eso.

«El temor a la oscuridad o a estar solos son las causas más habituales por las que los menores pueden ser reticentes a ir a la cama por las noches. Pero también influyen los genes, sus vivencias diurnas, el mal uso de las pantallas o una inadecuada rutina del sueño» escribía la periodista Carolina Pinedo en El País.

El 93,3% de los padres valora los juguetes como herramientas de aprendizaje según un estudio del Observatorio del Mercado del Juguete de AIJU para la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) y más del 80% de los padres prioriza que los juguetes transmitan valores adecuados, según otro estudio de ALDI del año pasado.

Por eso, la crianza de hoy no busca solo entretener, sino crear espacios de conexión auténtica entre adultos y niños. En ese paisaje, Gusyluz no es sólo un clásico que ha atravesado por distintos contextos y vivencias: es una herramienta suave y simbólica para enseñar a dormir, a sentirnos seguros, y, por qué no, a brillar sin miedo, algo común no sólo en los niños.